miércoles, 28 de abril de 2010

tediólogo interior

- ¿Qué estamos haciendo?
- Esperamos a que sea hoy.
- ¿Y mientras?
- Podemos recordar.
- ¿A secas?
- Dejándonos arrebatar como entonces, cuando al deslumbrarnos nos encogías.
- ¿Como a un niño?
- Atrapado.
- Como a un niño
- aterido.
- ¿Estaremos sintiendo algo sublime?
- No creo, es... algo fluido y lento. Escuece. Aunque quizá así es lo sublime después de todo, como melaza doliente.
- Pues empacha.
- ¡Regodeémonos!
- ¡Sería divertido!
- ¡Podríamos incluso implorar!
- ¡Eso! ¡¡Ya nos resignaremos mañana!!
- No sé, a lo mejor es un poco precipitado.
- ¿Implorar o resignarse?
- Recordar.
- Pero si ahora casi es hoy.
- Al contrario, todavía falta tiempo para que sea ahora.

viernes, 16 de abril de 2010

sola con tres

Ante mí una mujer.
Andrógina, enjuta, estrafalaria, no sé, ¿iluminada?
¿será por ese ojo en punto de fuga?
Le pregunto otra vez con quién vive.
El ojo izquierdo revolotea en torno
a las telarañas de la esquina.
El derecho me observa
¿desconfiado? ¿confuso? 
No contesta. Lo repito más alto.
¿concentrado?
No, no, el derecho me mira con sorna,
mientras el izquierdo salta sobre el gotelé.
- Vivo sola con Tres.
En efecto, una vieja divergente, un contrato irrisorio
y un etcétera estándar burlándose de mí, así que
- ¿Sola con tres?¿Cómo que con tres?
intento consultar la hora con un solo ojo...casi, pero no,
invariablemente se me escapan ambos del formulario
a medio rellenar.
- Con Tres.
Algo suena a énfasis, a mayúscula,
- Ajá, creo que ya entiendo. ¿Será que Tres es un nombre?
a dogma, ¿a fé?
Siento un escalofrío cuando el ojo estrábico abandona la pared
- O será el Nombre.
y me mira.
Y ante la inverosímil confluencia de sus ojos,
intuyo una lúcida ironía
- ¿El Nombre de Quién?
que no comprendo.
¿Existe? ¿Tríada?¿Hay un Uno? ¿un Significado?
¿Tripartito?¿o un Sentido?¿y un Dos?¿Trino?
Oh, Cielos, estoy ante el Oráculo
con las Preguntas traspapeladas.
Pero Ella ya no supo, o no quiso, contestarme.
Y yo- confieso-
todavía no he sido capaz de inventaros otro cuento

En cualquier caso, no habrá un Cuatro.
Los Servicios Sociales la mandamos a un Centro Asistido

donde vivirá sola
con Otros muchos.

sábado, 10 de abril de 2010

me voy conmigo

Esta mañana me desperté tarde y absurda.

Estaba en el salón, todavía en pijama, seleccionando música en el portátil para una sesión aleatoria de autocompasión, cuando me veo salir de la habitación con el vestido de rayas. Atónita, observo cómo cojo las gafas de sol y salgo del piso sin despedirme siquiera.
Transcurren unos instantes vacilantes entre la indignación y el desconcierto. Me pongo las zapatillas e intento seguirme, pero ya no estoy en el rellano, ni en las escaleras, ni en el portal. Me asomo a la calle. Ni rastro de mí.

Oigo un motor bajo mis pies. Sospecho. Espero. Se abre el portón del garaje. En efecto, soy yo la que conduzco mientras me dedico una sonrisa burlona.
Es que no me puedo creer lo que está ocurriendo: en el asiento del copiloto reposa, jactanciosa, mi bolsa de la playa.


Sólo me queda entrar en casa, apagar el ordenador
y aceptar que hay una parte de mí que sabe vivir
mucho mejor que yo.